miércoles, 4 de julio de 2018

Seguro.

Once de la noche. Seguro has llegado a casa después de trabajar todo el día. Seguro estás esperando por escuchar mi voz, tanto como yo la tuya. Seguro tuviste un mal día, pero no vamos a hablar de eso... "No es importante", dirás.

Escucho el sonido del motor de tu auto entrar por la calle con el pavimento gastado. Abro la cortina y veo desde la ventana el resplandor de los faros amarillos que se abren paso entre el asfalto.

Apenas puedo pensar en todo lo que vamos a decirnos. En todo lo que ya nos dijimos ayer. Parece que ha pasado tanto tiempo, y apenas hace un rato dejaste un mensaje: "No tardo, espérame".

Seguro tendrás hambre. Seguro lo primero que querrás será comer. Seguro dejarás tu chaqueta de cuero color café con marrón sobre el respaldo del sillón. Y guardarás en la nevera el obsequio que me has traído: algo de chocolate, como siempre.

Seguramente abriré la puerta de la casa para salir a las escaleras y esperarte. Esperar tu llamada. Esperar tu voz.

Me encantaría ser yo la que mira cómo entras cansado, pero sonríes. Me gustaría sentir tu voz en el ambiente. Me gustaría contemplar tu presencia a la media noche.

Me gustaría tenerte para discutir sobre lo absurda que es la vida. Me gustaría mirarte y desearte "Buenas noches"... Me gustaría esperarte más allá de la bocina de este teléfono.