martes, 17 de noviembre de 2020

Volví a escribir I

Volví a escribir. Aunque ahora no estabas. 

Volví al lugar en el que he estado tantas veces.

Volví al sitio donde me han visto nacer.


Volví a escribir. A saciar mis dedos con las teclas.

Volví a buscar rimas donde sólo hay tinieblas. 

Volví a encontrarme en el mismo papel. 


Volví a escribir. Porque el silencio también condena. 

Volví para zafarme de estas cadenas. 

Volví porque siempre es la mejor manera de curar las penas.


Volví a escribir. Y esta vez no eras poesía. 

Volví porque una hoja en blanco es, para mí, la mejor guía. 

Volví aunque la tristeza esta vez dormía. 


Volví a escribir. A sanarme de la felicidad. 

Volví a ensuciarme de la soledad. 

Volví por simpatía o por necedad.


jueves, 6 de febrero de 2020

Perdido.

Vagando en la neblina. Buscando algo que no sabe qué es.

Nada le devuelve la alegría. A veces le parece que vive en una ironía.

Los escombros del ayer caen sobre su espalda. Día con día vive al ras de la pared, cuidando no ensartarse la espada.

Sin intenciones y sin ilusiones. Lo único que le motiva a seguir son las canciones.

Mirando lejos sin prestar atención. A veces prefiere meter los problemas dentro de cualquier cajón.

Cobarde de historias futuras. Seguidor fiel de las amarguras.

Sin tinta ni letras que para vivir le alcancen. Dentro de un bucle infinito, esperando no cansarse.

Manías destructivas en su habitación. Y noches eternas gastando el colchón.

Amores sin tregua le gusta tomar. Para no quedarse en la soledad.

Enredo mental de falsas disculpas. En las sombras se oculta, pues todo es su culpa.



martes, 4 de febrero de 2020

Cansancio.

Cansancio de la voluntad. Porque ya no quiero seguir poniendo mis ganas en donde no hay motivación.

Cansancio de las intenciones. De sostener ilusiones que no me quedan bien.

Cansancio del interés. Porque nadie merece sujetarse a una cuerda roída.

Cansancio de la empatía. De ponerme en el lugar de otro, antes que en el mío.

Cansancio de la condescendencia. Porque no tengo que justificar nada que me haga daño.

Cansancio de la comprensión. De que nadie la tenga conmigo.

Cansancio de las expectativas. Porque leí mensajes en donde sólo había rayones.

Cansancio de las disculpas. De que sirvan como chantaje, de que funcionen como anclaje.

Cansancio de la ambición. Porque no hay suficiente; porque aunque lo haya, yo siempre quiero más.

Cansancio del apego. De necesitar esa compañía que se derrama por doquier.

Cansancio del insomnio. Porque nadie merece noches en vela; porque creí que tú sí.

Cansancio de la intermitencia. De esperar que hoy sí; que mañana también, que siempre.

Cansancio de la indiferencia. Porque estoy exagerando; porque te parece que necesito atención.

Cansancio de los recuerdos. De esos cimientos de arena que me hacen caer sin piedad.

Cansancio de los intentos. Porque no puedo con todo. Porque no quiero llevar todo.

Cansancio de ti. De tus falsos arrepentimientos. De tu conveniencia. De tu indecisión.