La sal me recuerda a ti, inevitablemente. Me obliga a llamarte entre sucesos, para sentir cómo te resbalas y acaricias mis mejillas. Esta noche me sabe a sal, me sabe a que ya no estás.
La sal es a la comida, lo que tu presencia es a mi vida; es sazón, es sinsabor, es ardor en los poros abiertos, y sanación en las heridas sin cerrar. Eso eres, cuando quieres.
Eres sabor a sal cuando se hace de noche, cuando me sumerge la embriaguez en mis lágrimas. Eres la sal cuando pruebo a sorbos tu ternura; eres la sal cuando doy un trago amargo a mi tequila.
La sal eres porque mejoras cada sensación en mi paladar; porque me haces gesticular cuando te tengo en exceso; porque me he acostumbrado a saber siempre a ti.
La sal eres porque mejoras cada sensación en mi paladar; porque me haces gesticular cuando te tengo en exceso; porque me he acostumbrado a saber siempre a ti.
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