Tenía tanto qué decirte, que las palabras se amontonaron en mi garganta, y ya no pudieron salir.
Tenía tanto qué escucharte, que ninguna llamada pudo compensar lo irremediable, y te marchaste.
Tenía tanto qué preguntarte, que apenas ordené mis interrogantes, y no supe por dónde empezar.
Tenía tanto qué responderte, que mis explicaciones fueron vagas, e insuficientes.
Tenía tanto qué enseñarte, que ni tiempo me dio de preguntarte si lo sabías, si creías que te gustaría.
Tenía tanto qué aprenderte, que te admiré de más, y me perdí entre tu encanto.
Tenía tanto qué pedirte, que me quedé con ganas de todo, y de ti.
Tenía tanto qué entregarte, que te ofrecí a manos llenas, y te empalagaste de mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario