domingo, 26 de febrero de 2017

Negrita.

Llegaste como llegan las malas noticias, pero fuiste todo lo contrario: de noche, sin previo aviso, y apenas con las ganas notorias de quedarte.

Al principio fuiste un habitante más de esta pequeña casa; luego, un momento especial de todos nuestros días; en la compañía inseparable de cualquier situación.

La dificultad es pensar en llegar de mañana, de noche, de madrugada, y no encontrarte ahí: saltando hasta mis muslos, para que te cargue, buscando una caricia muda sin dejarnos llegar siquiera.

Tu carácter tan enojón y a la vez tan sensible se volvió parte de nuestra forma de ser; te adueñaste de nuestras muestras de afecto, de nuestros apapachos, y también de nuestra desesperación por tus travesuras.

Tus juguetes regados por toda la casa, al principio, nuestros zapatos también; tus ladridos cuando quieres comer lo que nosotros, y el sonido raro que haces cuando tienes sueño... Todo eso has sido tú.

Te vas, pero no porque yo quiera; te vas porque necesito que estés bien, mejor. Te vas a un lugar donde alguien te quiera casi tanto como yo, donde puedas ser traviesa, donde también te dejarán dormir sobre su estómago si tienes miedo... Te vas, pero no por eso te dejaré de ver. Te lo prometo. 

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