miércoles, 19 de diciembre de 2018

Nada más.

Siempre pensé que la tristeza era motivo para irse. Pero no es tan mecánico como uno cree.

Hace falta más que decirlo para atreverse a hacerlo. Hace falta llegar a tener conciencia de que lo que haces te hace mal.

Hace falta hacerse inmune a las despedidas. Hace falta perderle importancia a lo que tanto quieres, para poder continuar.

Y, ¿cómo hacerlo? ¿Quién enseña a olvidar? ¿Quién aprendió a no aferrarse?.

Cómo hacer que el corazón y el cerebro se vuelvan inmunes ante lo que un día te dio felicidad.

Cómo hacer para parcharse el alma, y aceptar la derrota desde el inicio. Cómo aceptar que debes soltar sin pensar en intentar.

El error es pensar que todavía tiene remedio. Pensar que la voluntad que uno tiene va a regresar las cosas a la "normalidad".

Que sentir siempre es un riesgo. Que quedarse no siempre es letal. Que intentar a veces no resulta. Y que huir no siempre es acobardarse.


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