jueves, 16 de junio de 2016

Espera anónima


Ni siquiera sé por qué sigo esperando. Ni siquiera sé si a quien espero vendrá, alguna vez. Pasa que no quisiera irme, y abandonar este deseo de que esté conmigo; pero, si me quedo, igual nada me garantiza que eso suceda. Es fácil pensar que desperdicio mi tiempo, pero no quiero verlo de esa manera. 

No sé si se trata de un amor romántico como el que aparece en todos lados; no creo que así sea. Esto es un amor de esos cotidianos que todas las personas deberían atreverse a sentir. 

La espera agota cuando uno se dedica sólo a eso; es por eso que en mi espera he decidido atreverme a llamarla, a dedicarle momentos, a no hacer de esta espera un martirio, una penitencia. 

Lo complicado de esperar algo amado es amargarse en el trayecto; nadie nos obliga a hacerlo, pero aún así nos place buscar culpables... La culpa la tiene este gusto mío por su compañía, aunque intermitente, tan placentera. 

Me gusta creer que vendrá, y que también anhela mi compañía... De nuevo, pierdo el tiempo hablando de esta espera anónima, pero de verdad: no puedo irme como si nada. No puedo actuar como lo haría cualquiera. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario